
Durante mucho tiempo creímos que lo que nos pasaba —física, emocional o mentalmente— estaba grabado a fuego en nuestros genes. Como si nuestra vida fuera una especie de herencia inevitable, con poco margen de maniobra.
Pero las investigaciones más recientes nos invitan a mirar con otros ojos. Y lo más esperanzador: nos devuelven el poder.
Bruce Lipton, biólogo celular y autor de La Biología de la Creencia, ha sido una de las voces más claras en este campo. A través de su trabajo en la Universidad de Stanford, demostró que el ADN no es un destino fijo. Que los genes, en realidad, responden a señales externas: a lo que comemos, a cómo vivimos… y sí, también a lo que pensamos.
Tus pensamientos no son neutros. Son información. Y esa información viaja por todo tu cuerpo, afectando a tus células y a la forma en que tus genes se expresan.
Un solo gen, dependiendo del entorno y del mensaje que recibe, puede generar miles de respuestas distintas. Así que más que preguntar “¿qué genética tengo?”, quizás deberíamos preguntarnos: ¿cómo estoy viviendo? ¿Qué mensajes le estoy dando a mi cuerpo cada día?
Esto no significa que todo dependa de ti. Pero sí que mucho más de lo que crees está en tu esfera de influencia.
Y aquí entra otro factor clave: el subconsciente.
A veces tenemos claro lo que queremos cambiar, pero no podemos. Y no es por falta de voluntad. Es porque esas decisiones conscientes chocan con creencias profundas que llevamos instaladas desde hace años. El subconsciente —esa parte silenciosa y veloz de la mente— puede impulsar o bloquear procesos dependiendo de lo que crea posible.
La buena noticia es que esas creencias también se pueden revisar. Y un buen punto de partida es la observación. Fíjate: ¿qué cosas en tu vida fluyen con facilidad? Probablemente ahí hay una creencia que las respalda. ¿Qué te cuesta muchísimo, aunque lo desees? Quizás haya algo que, en lo profundo, te dice “esto no es para ti”.
No todo es fácil. Pero cuando algo resuena, cuando sientes que algo en ti dice “sí, por aquí”, es una señal. Tu biología también escucha eso.
Así que si alguna vez pensaste que estabas condicionado por completo por lo que te “ha tocado”, recuerda esto:
Eres más que tus genes.
Eres posibilidad, adaptación, cambio. Y eso… cambia todo.