¿Y si estamos poniendo el foco en el lugar equivocado?

Durante mis años de formación en quiropráctica, hubo una clase que me marcó más de lo que imaginé en ese momento. Hablaban del concepto de entidad y no entidad en ciencia. Y aunque al principio me sonó muy abstracto, con el tiempo se convirtió en una clave para entender cómo vemos la salud.

Te lo explico con un ejemplo muy simple.

¿Qué es el frío?
Parece fácil de responder: lo sentimos, lo sufrimos… pero en realidad, el frío no es algo que “exista” por sí mismo. Es simplemente ausencia de calor.
Pasa lo mismo con la oscuridad. ¿Cómo creas oscuridad en una habitación? No puedes «meter» oscuridad. Solo puedes quitar la luz. La oscuridad no es una entidad. Es ausencia.
¿Y si trasladamos esto al cuerpo?
¿Y si pensamos en la salud y la enfermedad desde este enfoque?

Yo creo que la salud es una entidad. Es algo que está, que se construye, que se potencia. Y la enfermedad, por dura y real que se sienta, no es más que la ausencia de salud. Un sistema que ha perdido parte de su capacidad para adaptarse, regularse, funcionar con coherencia.

Si lo miras así, la pregunta cambia:

¿Queremos enfocar nuestra energía en combatir la ausencia… o en nutrir lo que sí está?
Por supuesto que hay momentos en los que hay que aliviar síntomas. A veces es urgente, necesario, vital. Pero eso, por sí solo, no crea salud. Solo apaga un fuego. Y si no vamos más allá, el terreno sigue seco.
En quiropráctica trabajamos precisamente desde esta idea: no desde la pelea contra el síntoma, sino desde la activación del sistema que genera salud. Potenciar lo que ya tienes dentro. Lo que a veces está dormido, pero nunca ausente del todo.

No hace falta que estemos de acuerdo. Pero si este texto te hace parar un momento, reflexionar, revisar desde dónde estás actuando… ya habrá valido la pena.

Porque vivir mejor empieza muchas veces por cambiar el enfoque.