Hoy, durante mi paseo, me encontré reflexionando sobre un misterio curioso: hay metas que simplemente fluyen y casi no cuestan alcanzar, porque están alineadas con lo que realmente nos llena por dentro.
Es como si el universo conspirara a su favor.
Esos objetivos no son producto de deberes autoimpuestos, sino señales de que vamos por el camino adecuado. Cuando lo que hacemos resuena con nuestra esencia, el esfuerzo se convierte en disfrute y las dificultades se suavizan.
En consulta lo noto claramente: quienes persiguen metas alineadas con su bienestar interior se permiten soltar tensión, su cuerpo se relaja y la energía fluye.
Al recibir un ajuste quiropráctico, esa relajación física abre espacio para que la mente reconecte con lo que realmente importa.
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¿Y si la próxima vez que te marques una meta, te detienes un momento y te preguntas: ¿Esta meta me llena de verdad, o simplemente la estoy intentando alcanzar por obligación?
