De niños nos enseñaron que la “ley del mínimo esfuerzo” era negativa, casi sinónimo de pereza. Pero en realidad, esta ley no tiene que ver con ser vagos, sino con algo mucho más profundo: nuestro cerebro siempre busca ahorrar energía y, cuando intentamos aprender o cambiar algo, se resiste.
El verdadero cambio no llega solo modificando lo que hacemos. Requiere cuestionar creencias, emociones y formas de ser que llevamos dentro desde hace años. Y claro, la mente no lo pone fácil: inventa excusas, se revela, intenta mantenernos en lo conocido.
Pero hay un punto clave: cuando la decisión no nace de la obligación, sino de la inspiración, el camino se abre solo. Es como soltar el miedo a que el mundo “sea plano” y descubrir que en realidad es redondo.
Ya no hay esfuerzo, solo un cambio de percepción… y con él, una nueva manera de vivir.
En consulta veo algo similar: personas que llegan tensas, bloqueadas, atrapadas en viejos patrones. Tras un ajuste, el cuerpo encuentra otra forma de estar, más ligera, más alineada. Y desde ahí, la mente también empieza a ver con más claridad.
🔹 Ajustes quiroprácticos para liberar bloqueos
🔹 Bienestar que nace de dentro hacia fuera
🔹 Primera visita completa en nuestro centro en Madrid
¿Y si la próxima vez que sientas resistencia… pruebas a escuchar si viene de la obligación o de la inspiración?