Estás preparado (aunque a veces se te olvide)

Desde que nacemos, llevamos dentro algo extraordinario: una inteligencia que sabe lo que tiene que hacer. Sin necesidad de leer un manual, el cuerpo respira, late, digiere, crece… Todo desde dentro, sin instrucciones externas.

A eso le llamamos inteligencia innata.

Y aunque suene poético, es profundamente real.

Obsérvalo en un recién nacido: no ha ido a clase de respiración, ni de digestión, ni de cómo aferrarse al dedo de su madre. Y, sin embargo, todo eso ocurre. Porque viene de serie.

Esa misma inteligencia está en ti. Hoy. A tu edad. En este momento.

Y no solo regula lo básico. También te permite adaptarte a lo que te pasa, aprender algo nuevo, sanar una herida o salir fortalecido de una experiencia difícil. La diferencia es que ahora, con los años, esa inteligencia convive con otra parte: la mente educada. La que se entrena, se forma, se expone. La que desarrolla habilidades, relaciones, proyectos.

Ambas son importantes.

Pero la base sigue siendo la misma: tu capacidad de adaptación. Y esa capacidad está mediada por tu sistema nervioso.

Por eso en quiropráctica trabajamos desde ahí: desde la raíz del sistema. Porque cuando el sistema nervioso está libre de interferencias, todo fluye mejor. El cuerpo aprende mejor, integra mejor, se recupera mejor.

Y lo mejor es que nunca es tarde.

Puedes aprender una receta nueva con 50 años. Puedes practicar yoga por primera vez a los 60. Puedes empezar de nuevo con lo que sea, si tu sistema está disponible.

Así que si alguna vez dudas de ti, recuerda esto:

Ya tienes lo que necesitas para dar el siguiente paso.

Y si sientes que algo te lo impide, quizá sea momento de revisar las interferencias. De eso nos encargamos nosotros.